domingo, 18 de noviembre de 2012

La mañana

Se despertó con la soledad en el corazón y el agobio en el cuerpo, pero sobre todo soledad, se quedó pensativa en la cama hasta que volvió a la realidad, tenía que levantarse y afrontar el día. Se puso los vaqueros que se había puesto el día anterior, una camiseta negra sencilla, una chaqueta que estaba encima de la silla y finalmente el abrigo que se ponía entre semana, una vez vestida intentó tapar su amargo rostro con algo de maquillaje, pero ni la pintura lo taparía. Salió a la calle y la fría mañana se adentró en sus hueso, una calada al cigarro que se acababa de encender y la mirada perdida hacia el horizonte, todas las mañanas lo mismo, la monotonía le mataba. Vaciló mirando la parada del bus mientras seguía fumando, no quería subir por lo que lo dejó pasar y siguió caminando sin detenerse en la parada, no obstante, cuando en su camino se cruzó la siguiente parada entró en razón y tomó el siguiente bus que pasó, su destino había cambiado un poco, su monotonía no era tanta...al fin y al cabo había cambiado la hora de tomar el bus, pero el trayecto sí que no variaba, era el mismo de todas las mañanas, cuando llegó a la parada de siempre se bajó, y otra vez vaciló mirando el camino de siempre, se dio media vuelta dando la espalda a sus deberes y entró en un bar que encontró, contó las monedas sueltas que tenía en la mochila...quizás con un café podría desconectar un poco. Pero se sentía tan sola e inservible, la entraron ganas de llorar ahí mismo, pero no era lugar, no la gustaban las escenitas ni las teatralidades. Tomó un sorbo corto y de despistó mirando la televisión, mirando solamente ya que el ruido de la cafetera no la permitía saber que ocurría en las noticias, el bar se llenaba de gente y voces, todo el mundo en grupos, hablando y riendo, y ella ahí, como siempre, sola... miró si café, estaba casi entero, después desvió la mirada al reloj, sentía como sí el tiempo no pasara, y las agujas le daban la razón. Pronto para unas cosas, demasiado tarde para otras. Sorbía el café como sí lo único que anhelase fuese que no se acabara nunca. Sonrío al pasarla esa idea por la cabeza, pero nada era eterno, y mucho menos un café. Mirada nerviosa nuevamente al reloj, maldito tiempo, seguía jugando con ella. Su móvil empezó a sonar, quien demonios sería, cogió la llamada, pero se habían equivocado, ella pensó que era algo normal, porque nadie la necesitaba nunca, y ese día no iba a ser distinto, pero había estado tan cerca... Volvió a centrarse en su café interminable, que por el momento era su gran compañía. Sacó una agenda de la mochila y anotó un par de fechas que coincidían con que no tenía nada que hacer, barajaba hacer alguna escapada aunque fuese sola, pero de donde iba a sacar el dinero... castillos en el cielo otra vez, sabía perfectamente que lo mas probable era que sus planes jamás se llevasen a cabo. Otro suspiro, el movimiento del bar la agobiaba, tanta gente cerca y a la vez tan lejos, maldita vida, como se reía de ella, se aguantó las ganas de mirar la hora, y dibujó distraidamente unas líneas en la agenda, casi sin darse cuenta, cuando posó la vista en el dibujo vio que queriendo o no, había un tosco corazón de bolígrafo azul, ahora sí que sonrió, que subconsciente mas desgraciado, incluso ella se reía de sí misma, que gran ironía. El tiempo pasaba y ella seguía allí, sin saber que hacer ni pensar, un trago largo, estaba ganando la batalla contra la eternidad del café, otra sonrisa en su rostro al imaginarse tal batalla épica, a penas quedaba ya, seguía tozuda en no mirar la hora, pero sabía que ya era hora de sobra de ponerse en pie y hacer algo, así que terminó con la vida de su compañero el café y pagó por sus servicios, guardó sus cosas en la mochila, salió del bar que la había cobijado gran parte de la mañana,y ya no hacía tanto frió, es más, hacía sol y apenas había aire, lo cual hacía que fuera una extraña mañana de Noviembre, se fijó en un pequeño parque por el que pasaba, había una clase de niños pequeños jugando y gritando, una pareja de ancianos comiendo pipas y señoras a la carrera tirando del carro de la compra, nada fuera de lo normal supongo, era una mañana mas, nuestra amiga seguía caminando, dando mil vueltas a mil cosas, intentando llegar a la conclusión de algo, estaba cansada de su pena y de su dolor, respiró fuerte, se sentó en un banco, se prometió a sí misma que no volvería a sufrir, que ella sola podía cerrar todas las heridas que la quedaban abiertas, buscar un punto de vista nuevo... ser mejor persona era su meta, aunque no la fueran devueltos ciertos detalles, daba igual todas las veces que la habían fallado, ella quería volver a ser la persona que era un par de años atrás. Horrorizada al pensar que no había cumplido sus deberes durante toda la mañana fue corriendo para intentar justificar tal cosa, pero en el fondo eso le daba igual, no importaba haber perdido una mañana, esa mañana fue muy importante para ella, esa mañana había conseguido cambiar algo en su cabeza, en su mentalidad, había conseguido acercarse más a sí misma. Podía ser ella, intentar cambiar, no sentirse sola... tal vez encontrar a alguien.

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